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De la Movilización al Movimiento Social: Una nueva manera de articulación política ‘local’-‘global’-‘local’.

domingo, 18 de febrero de 2018

De la Movilización al Movimiento Social
Una nueva manera de articulación política ‘local’-‘global’-‘local’.
Johnny J. Pujols

Los Partidos Políticos: Una aproximación inicial de la articulación política entre lo Global y lo Local.

La manera más formal de articulación política en nuestras sociedades, se da a través de organizaciones estructuradas -Partidos Políticos-, cuyo objetivo ideal es el establecimiento a nivel burocrático estatal de sus agendas (coincidentes o no con las aspiraciones colectivas) y más pragmáticamente la consecución, consolidación y mantenimiento del poder político.

Formalmente “Los partidos políticos son grupos “organizados” para acceder al poder y ejercerlo.[1]” Se excluye de esta definición la capacidad autoorganizativa, y esto es así porque tradicionalmente los partidos son definidos estructuralmente previamente a su conformación, y su agenda programática también es establecida antes de la cristalización de sus estructuras y sin contar con el consenso de su membresía (o militancia) futura.

Un Partido Político es “un organismo elemento de la sociedad complejo en el cual comienza a concretarse una voluntad colectiva reconocida y afirmada parcialmente en la acción." [Es] "la primera célula en la que se resumen los gérmenes de voluntad colectiva que tienden a devenir universales y totales[2]." El propósito del partido es "dirigir las situaciones en momentos históricamente vitales para su clase[3].

Lo anterior implica en primer lugar la participación en el partido de individuos pertenecientes a una misma clase, que con unos fines previamente definidos se hacen del Partido un instrumento para liderar sus expectativas colectivas de cambio y al mismo tiempo la posterior universalización de estas aspiraciones, sin contar necesariamente con mecanismos que la verifiquen.

Esta definición es afín al concepto tradicional de organización social como un ente “creado intencionalmente para el logro de determinados objetivos mediante el trabajo humano y recursos materiales, poseedora de una estructura, y ubicada en un medio o marco de condiciones históricas concretas que influyen en su desenvolvimiento”.[4]

Se resalta en la concepción tradicional la presencia de intencionalidad, agenda, propósito y definición estructural previo a la consolidación de las organizaciones, de modo que se rechaza al menos conceptualmente la posibilidad de que emerja espontáneamente alguna forma de organización social que preceda a sus estructuras y que en el seno de la misma estas estructuras se generen como propiedades internas y como resultado de su interacción con el entorno, de modo que a partir de su propia flexibilidad y capacidad de adaptación la organización de respuesta a los problemas que le rodean.

Es innegable el legado de los partidos pues los mismos han estado vinculados en todo el mundo a importantes transformaciones políticas del último siglo y medio, no sin enfrentar importantes contradicciones epocales: los republicanos en la guerra civil norteamericana (1861-1865), el Partido Obrero Social Demócrata de Rusia (especialmente la línea bolchevique) en la revolución rusa (1917), el Partido Revolucionario Dominicano en la revolución constitucionalista o revolución de abril (1965), para citar algunos casos.

Pero cómo se articulaban lo local y lo global bajo la rigidez estructural de los Partidos, de modo que se pudieran motivar movilizaciones de esta magnitud y amplitud. Si se parte de la definición tradicional de que la voluntad colectiva inicia su concreción en el seno de los Partidos, se puede ver que esta voluntad se pretende concretar o legitimar a través de una acción causal desde la acción política más global hacia hasta todos los componentes -localizados- de la sociedad. De modo que en la configuración y concepción inicial de un partido se des-localiza la voluntad colectiva abstrayéndola en la agenda programática, para luego re-localizar desde la acción política y a través de los programas la concreción de estas aspiraciones, esto sin duda es una fuente de discontinuidad entre las agendas programáticas de los partidos y las aspiraciones colectivas de la sociedad, que debe ser periódicamente verificada, actualizada y legitimada a través de procesos de consulta o electorales.

De modo que la emergencia o aparición de los Partidos ocurre en un plano más exclusivo que su campo de acción y su consolidación se da a través de una acción causal hacia los componentes de la sociedad.

Lo anterior queda más evidenciado cuando se recuerda que los partidos políticos son “el resultado de la quiebra de la sociedad feudal y su paso a la sociedad industrial, sustituyendo el mandato directo por el representativo, con el cual el diputado ya no es considerado representante exclusivo de su distrito, sino de toda la nación, y deja de estar obligado a seguir ciegamente el mandato imperativo de sus electores[5]”.


De este modo la articulación de los partidos es una acción que va de lo general a lo particular, de lo global a lo local, y este paso por los componentes localizados solo tiene un propósito legitimador, que permita universalizar (formalmente) los supuestos generales preestablecidos. El mecanismo de acción por el cual se ejerce esta acción causal es a través de consultas (electorales) sin que ello implique que los elegidos (representantes) tengan que identificarse con las aspiraciones de sus representados.

Generalmente esta realidad es interpretada en el sentido inverso indicándose que, desde lo local, a través de los procesos electorales, se expresa en la elección de ciertas agendas o programas la voluntad colectiva en su modo más global, lo anterior solo fuera posible si estas agendas programáticas no estuvieran ya definidas a priori por las estructuras partidarias.

En los últimos años la credibilidad de los partidos políticos ha ido en declive. De igual manera junto a la apatía de las generaciones actuales por la participación política estructurada a través de la militancia política partidaria, se ha incrementado la participación de las mismas generaciones en otras formas de articulación política a través de movilizaciones colectivas y movimientos sociales, se ha argumentado que los movimientos y movilizaciones sociales no pretenden la consecución del poder político y que los partidos siguen siendo indispensable para la organización democrática de la sociedad.

Sin embargo, no siempre ha sido así. En la antigüedad las formaciones políticas estaban más relacionadas con el debate político y la conformación de los poderes políticos, y tenían un carácter transitorio (más parecido al de los movimientos sociales), no permanente y su configuración orgánica por lo tanto no estaba rígidamente establecida, de hecho la “terminología utilizada -eterias, stasis, parataxis, en griego, y factio, secta, coniuratio, en latín–, denotan el carácter transitorio de dichas formaciones y asociadas a momentos de convulsión. En el caso griego se trataba de formaciones políticas de base territorial, gentilicia o sectorial, surgidas y vinculadas con una coyuntura particular y destinadas a desaparecer con esta”.[6]

De este modo la forma más común de organización política en la antigüedad es a través de organizaciones más flexibles, locales y temporalmente limitadas que perseguían objetivos concretos y que emergían periódicamente atendiendo a su propia temporalidad para dar respuesta de manera directa (participativa) a sus aspiraciones colectivas.

Cabe preguntarse si es posible que las movilizaciones o movimientos sociales que emergen para dar respuesta a situaciones concretas puedan condensarse en estructuras capaces de conseguir y ejercer el poder político a más largo plazo.

Hay revoluciones y transformaciones socio-políticas en las que los partidos no fueron los entes articuladores protagónicos (como la revolución cubana o la revolución sandinista) y en los que la movilización (en este caso armada) precede a la creación de un partido, estos son evidencias de que la movilización política desde lo local puede cristalizarse (estructurarse) y al mismo tiempo acceder al poder político para ejercerlo, teniendo repercusiones a nivel más global y de carácter no transitorio.

Emergiendo desde lo Local: De la Movilización al Movimiento Social.

La movilización no es una organización institucionalizada. La diferencia fundamental radica en que las movilizaciones sociales no poseen estructura, aunque sí agenda generalmente establecida como un pliego de demandas que resumen aspiraciones colectivas. La segunda diferencia importante es la existencia temporal de las mismas. Las movilizaciones tienen a desarrollarse en un horizonte temporal limitado, y generalmente tienden a disolverse posteriormente a la consecución de las demandas exigidas o cuando las mismas son inviables, pueden replegarse y reconfigurarse para volver a emerger.

Es innegable que la movilización social tiene motivaciones locales y que su emergencia o aparición en el escenario es también desde el ámbito más local. Una de las características de la movilización social es que aun cuando pueda ser convocada por organizaciones sociales establecidas responden a demandas puntuales y su éxito depende fundamentalmente de la conexión de esas demandas con el interés colectivo, no hay movilización social sin participación colectiva y aunque las organizaciones más formales como los partidos pueden motivar movilizaciones, el éxito no radica en las organizaciones convocantes sino en la participación de los individuos de una sociedad, cuyos intereses pueden hacer trascender la agenda de la movilización a la previamente identificada por los convocantes.

Las organizaciones sociales en cambio están estructuradas. En el caso de los movimientos sociales esta estructuración es menos formal que en los partidos y menos jerarquizada (más horizontal). El pensamiento tradicional ha vinculado las mismas a la acción colectiva y al cambio en los valores de una sociedad. “Son organizaciones sociales destinadas a establecer un orden nuevo en la vida”[7]. “Son esfuerzos colectivos destinados a modificar normas y valores.”[8]

Es preciso preguntarse si puede una movilización cristalizarse (condensarse) estructuralmente en una forma de organización social menos transitoria, y cuales característica podría poseer esta forma de organización inicialmente sin estructura.

A partir del pensamiento complejo y la teoría del caos, se concibe la posibilidad del nacimiento del orden a partir de sistemas inicialmente caóticos y en condiciones alejadas del equilibrio. “El orden se genera a partir del caos a través de condiciones de no equilibrio[9]”.

De modo que en sistemas alejados de equilibrio pueden emerger estructuras (disipativas) complejas con propiedades distintas a las existentes, a partir del intercambio continuo de materia y energía con el entorno.

Las organizaciones pueden ser sistemas caóticos alejados del equilibrio, con capacidad de autoorganizarse y cuyas características son su inestabilidad, su carácter no lineal y donde el azar juega un papel importante provocando que sean impredecibles, proliferando la incertidumbre y los fenómenos autoorganizativos[10]. Esta inestabilidad constituye el potencial de cambio, adaptación y evolución de las organizaciones hacia formas más complejas.

Lo anterior tiene implicaciones importantes si se identifica la movilización social como una expresión que se origina precisamente en condiciones de convulsión o agitación social en las que las interacciones son más intensas y hay un alejamiento del equilibrio social, de modo que dándose ciertas condiciones y a partir de mecanismos de autoorganización se creen en el seno de las movilizaciones estructuras como los movimientos sociales.

Las características fundamentales de estas formas de organización social serían su capacidad de interactuar más adecuadamente con el entorno, su adaptabilidad, flexibilidad y la capacidad de autoorganización como elemento más diferenciador de otras formas más tradicionales de organización social como los partidos políticos.

La adaptabilidad del sistema se da gracias a la retroalimentación, que permite identificar situaciones o amenazas que pongan en riesgo la organización emergente y supone la identificación de soluciones desde la interacción de los componentes.[11]

El pensamiento sistémico-complejo considera que en estas formas de organización social emergen nuevas propiedades que no pueden ser producidas por los agentes o componentes individuales del sistema, sino que se originan a partir de las interacciones de los mismos. Esto resulta en maneras de estructuración orgánica propias de estas organizaciones emergidas a partir de la movilización misma.

Lo anterior puede explicar los fenómenos ocurridos en la historia más reciente en todo el mundo y el porqué de las reconfiguraciones de las formaciones políticas tradicionales o la aparición de otras en forma de movimientos sociales a partir de grandes movilizaciones.

Las movilizaciones desde el ámbito local han podido condensarse en estructuras permanentes con capacidad para conseguir y mantener el poder, incidiendo de manera más global en sus respectivas sociedades, dos casos puntuales pueden servir de ejemplo: El 15M en España y el Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia.

España: Del 15M hasta Podemos
En España el 15M fue una movilización convocada por un conjunto de organizaciones de escaso poder de convocatoria, de hecho, la movilización fue inicialmente reducida en términos de participación, “En España, el llamado movimiento de «indignados» comenzó siendo una manifestación «marginal», adjetivada como periférica[12]”.

Sin embargo, dada ciertas condiciones que alejaron la dinámica del equilibrio y que se comportaron como atractores, a partir del intento de desalojar mediante el uso de la fuerza pública a menos de veinte personas que permanecieron hasta entrada la noche en la plaza, permitieron la aparición de nuevas alternativas de estabilidad dinámica distintas a la planteada hasta el momento que era la de una única movilización de un día convocada por varias organizaciones.

“Los comportamientos complejos de las globalidades sistémicas abiertas al intercambio con su entorno aumentan, a medida que las mismas se van alejando del equilibrio (de la estabilidad, del orden, de la predictibilidad). Las interacciones en-red-adas entre los propios componentes de la dinámica y de esta con el entorno la van alejando del equilibrio, con el emerger de sucesivas alternativas de estabilidad (las bifurcaciones, que veremos que son conflictos entre atractores de esa dinámica)[13]”.

La solución adoptada de “acampar indefinidamente” fue una de las alternativas de estabilidad dinámicas surgida del conflicto presentado la noche del 15 de mayo.

Marzo-Abril
1-15 mayo
Madrugada del 16 mayo
Evolución del Movimiento 15M. Incidencia Redes Sociales.
 Fuente: (Instituto Universitario de Investigación Biocomputación y Física de los Sistemas Complejos. Universidad de Zaragoza, 2012)

El resultado inmediato fueron las grandes acampadas que se le sucedieron, y durante el transcurso de los siguientes dos meses la reconfiguración de la movilización como un movimiento estructurado: Los Indignados. Su resultado más evidente es la transformación completa de las formaciones políticas españolas con el surgimiento de Podemos y posteriormente de Ciudadanos.

Sus aportes en términos de organización política fueron recogidos en la estructura inicial de Podemos: La toma de decisiones desde las asambleas, la transparencia en las discusiones, el cuestionamiento a la democracia representativa y al sistema de partidos, forman parte de las estructuras mecanismos y discurso político de ese nuevo partido[14].

Bolivia: El Movimiento Cocalero y el MAS.
En las elecciones legislativas de 1997 en Bolivia, un dirigente aymará Evo Morales, es electo como el primer diputado perteneciente al Movimiento Cocalero, es apoyado apoyado por el Movimiento al Socialismo -MAS-, una concertación de movimientos sociales que reúne a campesinos, sindicatos, comerciantes y organizaciones de izquierda.

Luego de los violentos enfrentamientos entre cocalero y las fuerzas armadas Evo Morales es expulsado del Congreso a inicios de 2002, en junio se presenta como candidato a la presidencia y es derrotado por menos de dos puntos por Gonzalo Sánchez de Losada, un empresario multimillonario formado en Chicago, EEUU. En octubre del 2003, Sánchez de Losada huye en un helicóptero del Ejército a la ciudad de Santa Cruz, desde donde envía su renuncia por correo electrónico.

En el marco de las movilizaciones posteriores el MAS fue transformándose de una coalición de movimientos sociales no políticos, hasta un Partido Político (MAS-IPSP) sin dejar de ser una confederación de movimientos sociales. Esto le permitió mantener una fuerte vinculación local a través de los movimientos sociales que lo conforman.

Revista ve “muy alto riesgo” de convulsión social en 2014“Reducir al MAS-IPSP a un mero «partido de los cultivadores de coca» sería algo equivocado, basta mirar a la diversidad de los grupos sociales que ahí están representados hoy en día. El MAS-IPSP constituye, a la vez, un partido político y una federación de organizaciones sociales, cuyo ascenso electoral corresponde, contrariamente a los casos brasileño o venezolano, a una ola creciente de luchas sociales[15]”.

Cerca de dos años después, y luego de convulsiones sociales que casi llevaron al país a la guerra civil, el 18 de diciembre del 2005, Evo Morales y el Movimiento al Socialismo (MAS) gana las elecciones con un 54% de la votación. Es la segunda vez que se elige un presidente con mayoría absoluta en Bolivia ( después de Víctor Paz Estenssoro en 1960) además es la primera vez que gobierna un presidente de origen indígena en un país de mayoría indígena.

Este es un caso puntual en el que una coalición de movimientos sociales obtiene y consolida el poder político.

Articulación Local-Global-Local en los Movimientos Sociales

Los movimientos sociales surgidos o configurados a partir de expresiones más particulares de movilización social, emergen a partir de la interacción entre los individuos (participantes, vinculados y organizaciones convocantes).

Esta cristalización o condensación estructural de las movilizaciones puede manifestarse en contextos en los que la sociedad misma como sistema se encuentra en condiciones de inestabilidad, permitiendo la autoorganización y la emergencia espontaneas de nuevas organizaciones (configuraciones) sociales, flexibles, adaptables y fuertemente interconectadas (en-red-adas) con los componentes que la sustentan.

La conformación de estas nuevas estructuras puede ser facilitada o constreñida por diversos elementos, de los cuales podemos resaltar dos:

·         En primer lugar, la posibilidad de un liderazgo articulador ha resultado fundamental para los casos en que estas conformaciones han podido construir poder político (Pablo Iglesias en España, Evo Morales en Bolivia o Alexis Tsipras en Grecia).
·         La espontaneidad en la consolidación de las estructuras organizativas al interior de los Movimientos. Aquellos movimientos cuyas estructuras orgánicas fueron el resultado de las propiedades generadas por la interacción de los participantes (componentes del sistema) son de mayor alcance que otros movimientos que intentan “adaptar” los casos de éxitos en sus respectivas realidades. Esto explica el alcance temporal limitado de otras experiencias como Ocupemos Wall Street o los Indignados en México.

La acción causal de este tipo de organización se da inicialmente de manera natural desde lo local hacia aspectos más globales. La Movilización que es motivada por causas puntuales y exigencias particulares, permite que estas exigencias y agendas pueden irse aglomerando en el contenido programático de los Movimientos Sociales, de igual manera la misma estructura orgánica de la nueva organización es el resultado de la condensación del movimiento y gracias a la interacción entre los componentes que lo constituyen.

La búsqueda y consecución del poder político de las organizaciones de este tipo es una aspiración de manifestación más global de estas iniciativas emergidas localmente. Cuando esta consecución ha sido posible el impacto hacia lo local ha podido verse de manera directa en el ámbito más global de las sociedades en que se han desarrollado. Solo basta ver los resultados en los casos de ejemplo:

·         En España, luego del 15M quedo planteada una nueva manera de democracia (la democracia deliberativa), la movilización y su consolidación como movimiento permitió que sus exigencias quedaran plasmadas en las agendas de los partidos políticos especialmente de la izquierda y modifico el escenario político español con la irrupción de PODEMOS. “El germen de Podemos fue precisamente el 15-M. Muchos de sus dirigentes se forjaron allí y fue precisamente Pablo Iglesias, al fundar Podemos, quien dijo: Venimos para quedarnos. Y más tarde aquello de convertir la indignación en color político[16]”. 

·         En Bolivia el resultado es aún más profundo, la consecución del poder político por parte del movimiento cocalero e indigenista a través del MAS ha transformado la sociedad boliviana en el aspecto político permitiendo una mayor inclusión y participación de los ciudadanos y el reconocimiento por parte del Estado de sectores históricamente marginados, en 2006, las reservas internacionales de Bolivia alcanzaban los US$3.000 millones, cifra que llegó a US$15.000 millones en esta década, en 2008 la UNESCO declaró a Bolivia libre de analfabetismo gracias a la campaña de alfabetización lanzada en 2006, la tasa de deserción escolar que en 2005 se situaba en 11% se ha reducido hasta menos del 2.5% y el salario mínimo pasó de USD$61 en 2005 a USD$262 en 2016, solo para citar algunos efectos.


Es evidente que los Movimientos Sociales poseen el potencial de convertirse en actores políticos de primer orden, pero lo más importante son los mecanismos de acción en los que naturalmente se ve atrapada esta dinámica. Desde el ámbito más local hacia lo global y nuevamente a lo local impactando definitivamente las sociedades de las que emergen, esto resulta en un bucle de realimentación para las organizaciones y al mismo tiempo para los ciudadanos.

Qué nos depara el futuro

Los Partidos Políticos han ido perdiendo credibilidad e influencia en las sociedades actuales, sus estructuras se han ido desconectando gradualmente de las aspiraciones colectivas, sin embargo, continúan siendo las organizaciones más importantes de los sistemas políticos de la mayoría de nuestras sociedades.

Por otro lado, las movilizaciones sociales han demostrado su potencial de cristalizarse en organizaciones de un nuevo tipo, más flexibles y capaces de propiciar la interacción e intercambio de información entre sus integrantes (organizaciones o individuos) y con su entorno (otras organizaciones y el resto de la sociedad).

La cada vez más frecuente movilización social por temas de índole medioambiental, social o económico podría permitir la politización de estas movilizaciones propiciando su cristalización (condensación) estructural y garantizando su acción programática y electoral desde plataformas mejor conectadas con las aspiraciones colectivas. Por otro lado, estas movilizaciones pueden ser aprovechadas por las organizaciones políticas existentes (Partidos Políticos), para movilizarse estructuralmente, modificando sus organismos y dando paso a nuevas formas de organización más abiertas a su entorno, más flexibles y sintonizadas con las aspiraciones colectivas (como es el caso de SYRIZA en Grecia).





[1] Mujica, Pedro. El poder en disputa: Partidos políticos, grupos de interés y movimientos sociales. 
[2] 3Gramsci, A. (1932). Cuadernos de la Carcel. (pág. IV). Italia: Instituto Gramsci.

[4] Carlos, D. (1985). Teorias Organizacionales y Administración. Bogota, Colombia: Mc Graw Hill Latinoamericana.
[5] Cardenas, J (1996), Partidos Políticos y Democracia, Colección Cuadernos de Divulgación de la Cultura Democrática, núm. 8, ife, México, primera edición.
[6] Mujica, Pedro. El poder en disputa: Partidos políticos, grupos de interés y movimientos sociales.

[7] Blumer, H. (1969). El Interaccionismo Simbólico: Perspectiva y método. Chicago.
[8] Smelser, N. (1962). Teoria del Comportamiento Colectivo. California: Fondo de Cultura Económica.
[9] Prigogine, I. (1997). ¿Tan Sólo una Ilusión? Una Exploración del Orden al Caos. Barcelona, España: Tusquest Editores
[10] Navarro, J. (2001). Las Organizaciones como Sistemas Alejados del Equilibrio. Barcelona, España: Universidad de Barcelona.
[11] Pujols, J (2015). Caos en España: Del 15M al Nacimiento de Podemos. Santo Domingo, Rep. Dom.: Instituto Global de Altos Estudios en Ciencias Sociales.
[12] Roitman, M. (2011). Los Indignados, El Rescate de la Política en España. Madrid: Prentice Hall.
[13] SOTOLONGO, P. L. (2015). Catedras de la Especialidad de Pensamiento Complejo. Santo Domingo, República Dominicana: Instituto Global de Altos Estudios en Ciencias Sociales
[14] Pujols, J (2015). Caos en España: Del 15M al Nacimiento de Podemos. Santo Domingo, Rep. Dom.: Instituto Global de Altos Estudios en Ciencias Sociales.
[15] Do Alto, H (2008). El MAS-IPSP boliviano, entre movimiento social y partido político, Revista Análisis Político, Vol. 21, No. 62. Bogotá: Colombia.
[16] Fernandez, M (2016). Podemos y el 15M. Cartas al Director, Periódico el País (18 de mayo de 2016).